Antes de nada, en los medios de comunicación solemos escuchar cuatro términos que se repiten continuamente: sistema político, régimen político, sistema electoral y sistema de
partidos. ¿Sabemos realmente a qué hacen referencia?
Hablamos de sistema político cuando queremos hacer referencia a la organización
existente en un determinado territorio para el ejercicio de la política. En
este sistema intervienen diversos agentes, instituciones y normativas que
componen aquello que se entiende por poder político. Con ello, el régimen político sería ese conjunto de
instituciones y leyes que ayudan al sistema político a funcionar correctamente. Con esto se determina la forma para acceder al gobierno y cómo las
autoridades pueden hacer uso de su poder, haciendo que se cumpla la democracia. La forma de acceder al gobierno está directamente ligada con el sistema electoral, que es la estructura formada
por las normas y los procesos que permiten que los ciudadanos intervengan en
las decisiones políticas a través del voto. Con ello se seleccionan a los
dirigentes que ocupan diversos cargos públicos en el gobierno. Por último, el sistema de partidos engloba las interacciones
que han creado los diferentes partidos políticos más influyentes en un
territorio y que da lugar a un funcionamiento concreto del sistema político. Es
lo que permite que los electores tengan más opciones en las que participar.
El siguiente paso sería saber si realmente sabemos qué es la democracia, ¿lo sabemos? Allá va un poco de teoría:
La democracia en sus orígenes fue un
concepto nacido en Grecia que se puede definir como una forma de gobierno donde
la autoridad se ejerce por una mayoría de los miembros de la comunidad
política. En las primeras versiones surgidas miles de años atrás, se intentaba
fomentar el pluralismo con el igual
acceso a todos los poderes en distintas funciones públicas.
También podríamos hablar de un régimen
político orientado por los principios del constitucionalismo liberal,
incluyendo el sufragio para llevar a
cabo la representación y agregación de intereses en partidos políticos.
En cierto
punto, las dictaduras fascistas y comunistas se llegaron a bautizar como
democracias orgánicas y populares, lo que se alejaría de una visión liberal
posicionada en contra de los autoritarismos.
Actualmente
se intenta integrar dentro de la democracia el pluralismo social y las consultas universales. Las minorías tienen
ciertos mecanismos de protección
frente a los gobiernos que tienen el apoyo mayoritario. Se defienden los
derechos fundamentales y la división de poderes. La poliarquía defiende el respeto de las políticas que intentan
satisfacer las demandas de los electores a la vez que se permite la existencia
de contrapoderes institucionales y una oposición política. Toda persona tiene derecho a la libertad y a la igualdad.
En ciertos
puntos, se han acuñado diferentes denominaciones de `democracia´, entre las que
podemos encontrar:
Democracia
cristiana.
Inspirada en las ideas de Tomás de Aquino. Surgió
ante la aparición del nacionalismo y del socialismo. Estuvo muy influenciada
por la Iglesia católica la cual creó ideologías de centro y de derecha.
Fomentaba la práctica corporativa, defendía la institución familiar y un Estado
subsidiario. Aquí surgieron los partidos
populares. Engloban a los católicos, los protestantes y las ideologías
moderadas.
Democracia
orgánica.
Nacido en España y hace referencia a la construcción
del Estado fascista, basado en la familia, los municipios y el sindicato
vertical. En
algunas ocasiones también se entiende como simple burocracia, ya que desde este
punto de vista se basa únicamente en el funcionamiento del aparato liberal, del
gobierno, de la administración y del sistema. En una simple votación y se
delega.
Democracia participativa.
Surge de una perspectiva holista en la que la representación no
es suficiente, sino que se exige la participación activa del cuerpo de ciudadanos.
Democracia teleológica. “Tiene como finalidad garantizar el
autogobierno colectivo, por lo que se requiere de una ciudadanía comprometida
con lo público y no sólo con el desarrollo de la esfera privada”[1].
De algún modo podría estar ligada a la ideología comunista.
Democracia realista. Surgida
por la restauración de derechos ya existentes. Este tipo se da si describe pero
no define un ideal, se incluye el sufragio y existe un sistema representativo
de partidos.
Democracia de razón. Surgida
para guiar diferentes revoluciones. Se persiguen unos ideales, como el
autogobierno y la participación.
En muchas ocasiones decimos que una sociedad es democrática, ¿pero realmente es democrática?
Para que una sociedad sea democrática debe haber soberanía popular, que los ciudadanos elijan a sus representantes políticos, a sus gobernantes, a los que representan a los gobernados. Que se pueda llevar a cabo de forma verdadera la participación política de los electores, mediante el sufragio, por ejemplo. Con ello, ¿se transmite el poder mediante mecanismos representativos? Si “legitima estructuras y discursos, abre y cierra posibilidades, jerarquiza valores y prioridades, da y quita cuotas de poder, impone roles, deberes y obligaciones”[2].
¿Qué cultura tiene cada sociedad? Aquí
debemos tener en cuenta las prácticas que se llevan a cabo e incluso la noción
de orden que se tenga en dicho lugar. La cultura en cierto modo está
influenciada por los diferentes hechos históricos por los que se ha pasado, las
experiencias que ha vivido. Pongamos por ejemplo dos tipos de democracia
anteriormente citadas: la democracia realista (surgida por la restauración de
antiguos derechos) y la democracia de razón (surgida para guiar la revolución).
Llegado a este punto, ¿cuándo podemos hablar de una escuela democrática?
Primero hay que tener en cuenta que la
educación en cualquier centro debería facilitar la integración de las nuevas
generaciones mediante la práctica de libertad para enfrentarse críticamente y
de manera creadora a la realidad.
Un sistema educativo democrático sería
aquel en el que se pueda comunicar y escuchar, es decir, aprender de los otros,
entiende la democracia como un conjunto de valores basados en la experiencia.
Para saber si una escuela es realmente
democrática, debemos fijarnos en el día a día dentro del aula. ¿Qué hábitos de
participación usan los profesores? ¿La motivación que se ejerce sobre los
alumnos es adecuada? ¿Se intercambia la información con la participación activa
del alumnado? ¿Los alumnos se limitan a memorizar? El contenido cultural que se
imparte, ¿permite la libre circulación de ideas? ¿Se fomentan las relaciones
sociales y la cooperación como forma para resolver problemas? ¿Qué metodología
lleva a cabo el profesorado? ¿La evaluación es activa o pasiva?
No debemos de olvidar que la escuela es un
espacio público donde se deben tomar decisiones colectivas buscando los mayores
niveles de libertad para cada uno. Será más democrática cuanto mayor sea el
abanico que ofrece en la participación de
los diferentes grupos de personas, distintas al Equipo Directivo en la gestión
y toma de decisiones del centro y las experiencias de organización colectiva que
se lleven a cabo.
Otro aspecto a destacar es si garantiza el éxito escolar para todo el
alumnado (haber superado como mínimo la educación básica e incluso el
bachillerato o formación profesional intermedia). Aquí se destacaría si permite
la adquisición, sobretodo, de las competencias social y ciudadana, si permite y
fomenta la relación entre personas con diferentes culturas, si tiene buena
predisposición hacia la integración de lo nuevo, si tiene material adecuado y
lo distribuye uniformemente, en cómo se lleva a cabo la agrupación de las
personas con necesidades…
REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS
-
VV.AA.
(02/02/2015). Definición. Recuperado de http://definicion.de/
- Martínez, À. (2003). ¿Qué dices tú, hoy, de la democracia en la escuela? Revista Interuniversitaria de Formación del
Profesorado, 17 (3), 105-128.
-
Feito,
R. (2010). Escuela y democracia. Política
y Sociedad, 47 (2),
47-61.
-
González, F. (2004). La
Democracia como concepto Sociopolítico (5-14).
Clara Urango