21 de abril de 2015

2. Cambios en la Escuela

LA ESCUELA

En primer lugar debemos saber cuáles son las funciones que la escuela debería cumplir en la sociedad de hoy en día. Las funciones de la escuela no han sido siempre las mismas ya que las ha tenido que ir adaptando a una sociedad cambiante. Siempre se ha tenido la necesidad de transmitir costumbres, creencias, principios y valores. Está claro que la principal función de la escuela es la de enseñar, pero ¿qué enseñar?, ¿cómo enseñarlo?, ¿quién debe enseñarlo? Como respuesta a todas estas preguntas, se han establecido una serie de funciones que la escuela tiene que cumplir en la sociedad:

Funciones manifiestas. Son las reconocidas y legitimadas. Por ejemplo: los niños van a la escuela a aprender cuestiones académicas.
  • Función de capacitación para el trabajo. Preparar al alumno para incorporarse al trabajo.

Funciones ocultas o latentes. Se prestan al servicio de determinados sectores. Por ejemplo: los niños a la vez que aprenden conocimientos académicos, aprenden a comportarse, ser responsables,…
  • Función reproductora y función compensadora. Con esta función la escuela debe reproducir los valores de la sociedad en la que vive, buscando la igualdad de todos y compensar las desigualdades. Uno de los objetivos sería el de crear una escuela común para todos.
  • Función socializadora. La escuela es uno de los mejores medios que podemos usar para que niños de la misma edad compartan tiempo y realicen actividades juntos. Estas experiencias ayudan a los niños a conocerse, a comunicarse, a conocer a los demás…
  • Función de custodia. Empieza a aparecer la necesidad de cuidar de los niños antes de la jornada escolar ya que muchas veces los padres tienen que acudir al trabajo mucho antes de que empiece la escuela.
  • Función de cohesión social. Crear una identidad de cultura común, teniendo como nueva base de organización política la nación.

Desde muchos puntos de vista la escuela no ha cambiado tanto. Es cierto que cada vez acuden más niños a la escuela por el hecho de que se ha impuesto como obligatoria la educación desde los seis años hasta los doce, también acuden a las aulas cada vez más cantidad de niños procedentes de otras culturas,… pero aún así, queda mucho camino por recorrer.

Es verdad que se han ido incorporando mejoras en las aulas, como pueden ser pizarras táctiles, proyectores,… que es verdad que hacen las clases más amenas e incluso captan la atención de los alumnos. Pero, ¿es suficiente? La respuesta es bastante clara: no hemos cambiado nuestra forma de enseñar ni de aprender. En España “lo que se lleva” es llegar a clase, coger el libro de referencia, mirar la unidad que toca, “dar la clase” y que los niños hagan los ejercicios correspondientes, lleguen a casa y se aprendan el tema para luego “soltarlo” como un papagayo en el control.

Aunque sí. Es cierto que mediante las nuevas leyes se va intentado que el sistema educativo cambie. Ejemplo de ello son las competencias que se van creando, las cuales intentan que el niño no sólo se quede en el “copia y pega” mental, sino que aprendan el porqué de las cosas. Los estándares de aprendizaje son otra forma para evaluar de una manera meticulosa si realmente el niño alcanza todos los objetivos que se plantean.

En Europa se le da una gran importancia al hecho de aprender comprendiendo. Y esto es lo que se está intentando implantar en nuestras escuelas y con ello, la forma de enseñar en las universidades a esos futuros maestros y profesores. Llegamos aquí a un doble tema muy complicado:
  • Por una parte encontramos a esos maestros de la “vieja escuela” que dan clase en los colegios. Esos maestros, que como hemos dicho antes, se limitan a seguir el temario de un libro y lo único que importa es que el alumno supere el control de los temas. ¿Qué deberíamos hacer con esos maestros si lo que pretendemos es cambiar el sistema? ¿Volvemos a mandarlos a la universidad? ¿Les exigimos una renovación del título? Con todo esto llegamos a una de las principales dificultades que todos los gobiernos, sea cual sea su ideología, se encuentra al redactar una nueva ley de educación. Incluso el problema llega cuando un maestro recién graduado llega a una escuela y, claramente, sus métodos chocan con muchos otros maestros. Y los padres notan ese cambio. ¿Qué se debe hacer?
  • Esto nos conduce a la cuestión de si realmente los futuros maestros están recibiendo una educación profesional de acuerdo a las necesidades de la escuela cambiante. Con esto quiero decir, que en las universidades también hay “profesores de la vieja escuela”, que es cierto que han incorporado a sus clases presentaciones con nuevas tecnologías y también nos intentan hacer ver que tenemos que cambiar la forma de dar clases en las escuelas, pero hay que predicar con el ejemplo, con lo que se quiere decir, que no podemos pretender que nuestros alumnos universitarios sean maestros de la nueva escuela que se busca cuando les enseñamos a enseñar leyendo una presentación en un proyector. 

Uno de los mayores problemas que encontramos es que la institución escolar no evoluciona al mismo ritmo que la sociedad. Como se ha señalado anteriormente, no puede basarse en la mera transmisión de conocimientos teóricos. Aparte de esto, cada vez hay más diversidad de alumnado, por lo que cada vez hay más diversidad de necesidades y peticiones y cada vez hay más problemas a la hora de poner soluciones.

Por ello, la escuela debe abordar nuevas tareas que permitan a los niños desarrollar la capacidad de comprensión y organizar la información mediante la propia experiencia. Se debería reestructurar la organización escolar, los tiempos y espacios escolares. Esto quiere decir que la escuela no puede seguir con las mismas formas básicas de enseñar, ni las mismas formas de evaluar, ni los mismos tiempos escolares, ni la misma organización y distribución del tiempo escolar tan rígido.

Los famosos deberes de los que muchos profesores abusan. ¿Aprenden más los niños cuantos más deberes para casa tengan? Más deberes para casa implican mayor ayuda externa al colegio, de padres o academias. ¿Y los padres que trabajan hasta tarde y no pueden ayudar a sus hijos? ¿Y los padres que tienen que trabajar hasta tarde para conseguir llegar a fin de mes y no pueden permitirse una academia para que ayuden a sus hijos con los deberes?

Ahora bien, ¿cuánto tiempo escolar necesitan los alumnos para completar todas las tareas y aprendizajes que se deben desarrollar en la escuela? Y con ello, no terminarlas en horarios extraescolares, por supuesto.
Nos encontramos en un punto que no podemos dar respuesta a muchas funciones que habrá que incorporar en la escuela y tampoco podemos responder a las nuevas necesidades de aprendizaje.

«Al mismo tiempo que se sigue imponiendo el modelo de organización escolar secular, inmutable y uniforme, se demanda de la escuela cambios profundos, fijándose para ellos una serie de objetivos, como, por ejemplo ,abrir la escuela a su entorno, utilizar la tecnología moderna, tener en cuenta la heterogeneidad de los alumnos diversificar las prácticas pedagógicas y las fuentes de conocimiento, y, de forma particular, fomentar la participación activa del alumno en la construcción de sus conocimientos, etc., objetivos todos ellos que requieren una planificación del tiempo variable y adaptable, es decir, móvil»[1]

Es necesario e imprescindible crear un tiempo escolar que sea capaz de dar respuesta a las necesidades de aprendizaje que los cambios sociales plantean. Estas realidades nos hace pensar que es necesario y urgente un replanteamiento de las funciones de la escuela y de la organización de la Enseñanza Obligatoria.



[1] (Husti, 1992)


REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS:
·        ALBERDI, I. (1999) La nueva familia española. Madrid: Editorial Taurus.
·        IGLESIAS DE USSEL, J.; TRINIDAD REQUENA, A. (2005) Una introducción a la sociología general. Madrid: Editorial Tecnos.
·        MINUCHIN, S. (1992). Técnicas de Terapia Familiar. Paidós, Barcelona.
·        GINER, S. (1996). Sociología. Ediciones Península, Barcelona.
·        GIDDENS, A. (1981). Sociología. Editorial Alianza, Madrid.


Lucía Torralba
Clara Urango

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